Entre los laberintos más famosos de la Antigüedad se destaca el de Creta, una fantasía derivada, con toda seguridad, de la complicada planta del palacio de Knosos.

Según la mitología griega, Dédalo construyó este laberinto para encerrar al Minotauro, una bestia sanguinaria con cuerpo humano y cabeza de toro. El laberinto tenía una serie de corredores con un trazado tan complicado que quien penetraba en él no podía salir jamás.
De acuerdo con la leyenda ática, Minos fue un tirano que tomó medidas severas para vengar la muerte de su hijo Androgeo a manos de los atenienses. A intervalos regulares exigía de Atenas el tributo de siete jóvenes y siete doncellas para ofrecerlos en sacrificio al Minotauro. El héroe griego Teseo fue el encargado de acabar con esta cruel tradición.

Se piensa en la actualidad que la leyenda del laberinto tiene su base en el palacio de Knossos. En efecto, los antiguos aqueos que tejieron las leyendas mitológicas griegas eran bastante rudos e incivilizados, de manera que una construcción tan sofisticada y civilizada como dicho palacio, repleto de múltiples habitaciones y con todas las mejoras conocidas por la tecnología de entonces, incluyendo un sistema de alcantarillado, debió haberles parecido justamente algo laberíntico. Apoya esta tesis el hecho de que en el palacio de Knossos se han encontrado dibujos de hachas de doble filo por doquier, que en lidio se llaman labrys, y que habrían dado nombre a la construcción.
